Connectia: Made in México

La industria electrónica en México enfrenta una paradoja significativa, mientras el país atrae inversiones millonarias provenientes de 487 empresas dedicadas a la fabricación de productos electrónicos, existe un vacío crítico en la producción de bajos volúmenes.
La industria electrónica en México enfrenta una paradoja significativa, mientras el país atrae inversiones millonarias provenientes de 487 empresas dedicadas a la fabricación de productos electrónicos, existe un vacío crítico en la producción de bajos volúmenes. Esta situación limita la capacidad de emprendedores, startups y empresas locales para desarrollar y fabricar productos innovadores y competitivos.
En las últimas décadas México se ha posicionado como un jugador clave en la manufactura electrónica a nivel global, atrayendo una inversión extranjera directa que, según la Secretaría de Economía, ya supera los 12, 830 millones de dólares.
Estados Unidos, Corea del Sur y Taiwán, son los países que lideran el flujo de inversión, mientras que Baja California, Tamaulipas y Jalisco, han sido históricamente los centros de atención para el sector industrial. Sin embargo, esta industria se ha enfocado principalmente en la producción a gran escala para grandes empresas multinacionales.
Esta especialización ha dejado un vacío en el mercado para aquellos que buscan desarrollar productos electrónicos a menor escala, como prototipos, pruebas de concepto y pequeñas series, necesarios para la innovación en la creciente demanda nacional de dispositivos médicos, automatización industrial, internet de las cosas, sistemas automotrices y robótica.
La crisis de semiconductores sufrida a partir de la pandemia, nos hizo replantear nuestro lugar dentro de la cadena global de suministros. Si bien todas las empresas experimentaron interrupciones o vulnerabilidades en su producción debido a la escasez de componentes, muchas otras, en su mayoría startups y empresas emergentes no lograron salir adelante.
A este factor hay que sumarle las barreras de entrada relacionadas a las altas inversiones iniciales y la complejidad de los procesos de producción. Esto termina por desalentar a los emprendedores y a optar por importar componentes costosos y poco flexibles en diseño y producción que, al mediano plazo, termina por aniquilar cualquier espíritu innovador y capacidad de experimentación en el desarrollo de prototipos de nuevos productos y tecnologías.
Para superar esta brecha y fomentar la innovación, se requieren soluciones que permitan a las empresas nacionales y relocalizadas en el país, producir en pequeños volúmenes de manera eficiente, rentable y flexible. Por un lado, el gobierno mexicano debe implementar más políticas que fomenten la innovación y el emprendimiento en el sector tecnológico.
Así mismo, es fundamental fortalecer la vinculación entre las universidades y las empresas para promover la investigación aplicada y la transferencia de tecnología. De este modo se logrará el desarrollo del talento local en áreas como el diseño electrónico y la ingeniería.
De acuerdo con la Cepal, aunque México es el segundo exportador mundial de equipos electrónicos, el 97% de los componentes utilizados por esta industria son importados principalmente de China, Japón, Corea del Sur y Taiwán, de modo que, otro camino que también se debe explorar es la creación de una cadena de suministro local más robusta que garantice la reducción de costos y tiempos de entrega. Esto aumentará la resiliencia de la industria ante crisis globales futuras.
Ahora bien, nada de esto tiene mucho sentido si no se estimula la creación y crecimiento de fabricantes especializados como Connectia, que juegan el rol de laboratorios y espacios para el diseño, la experimentación y la manufactura a baja escala de prototipos ciber-físicos, necesarios para el despegue de una tecnología 100% hecha en México.
La crisis de semiconductores y los desafíos globales en las cadenas de suministro han puesto de manifiesto la importancia de la producción local y regional. El nearshoring representa la prueba de fuego de México para atraer no solo inversiones, sino consolidar su posición en la industria electrónica Latinoamericana y en América del Norte.
Al ofrecer opciones diversas de producción a pequeña escala y una mano de obra calificada, el país puede convertirse en un destino atractivo para empresas que buscan diversificar sus cadenas de suministro y desarrollar productos innovadores.
La verdadera revolución tecnológica en México no está en las grandes fábricas multinacionales, sino en las empresas locales que entienden que cada proyecto, cada prototipo y cada idea merece una oportunidad.